lunes, 29 de enero de 2018

¿CÓMO ES QUE LOS DIOSES OBTENÍAN LA INMORTALIDAD?



La comida de los dioses en el Olimpo. Pintura decorativa
de un plato atribuida a Nicola da Urbino
(
ca. 1480 – 1540/1547). Obra de 1530.
Como característica principal de los dioses, la inmortalidad era mantenida gracias a una dieta de néctar (bebida) y ambrosía (comida), alimentos privativos de las divinidades. De esta manera, la eternidad de los dioses dependía curiosamente de un tipo particular de alimentación. La inmortalidad sin embargo, podía ser concedida a ciertos mortales en circunstancias especiales: la princesa Psiquis, por ejemplo, fue inmortalizada para poder desposar al dios Eros; varios héroes, por su ascendencia divina, o por sus pruebas de coraje y arrojo sobrehumanos, se hicieron inmortales. Una de las maneras por las cuales los dioses conferían la inmortalidad consistía en ofrecer néctar o ambrosía al mortal. Otra forma era exponerlo al fuego: las diosas Tetis y Ceres, por ejemplo, usaron este recurso para inmortalizar a Aquiles y Demofón respectivamente. Algunos hombres tenían una inmortalidad condicional. Así, Pterelao vivió hasta el momento en que su hija cometa le cortó un rizo de oro que lo hacía inmortal. Como detalle adicional, se puede agregar que los dioses, además de consumir tanto el néctar como la ambrosía, poseían el icor que era una sustancia presente en su sangre –a veces también se consideraba que era la sangre misma, o también se creía que podía estar presente en el néctar y en la ambrosía. 

LA TEJEDORA ARACNÉ (MITO)

Aracné por Gustav Doré (Ilustración para el
Purgatorio de la Divina Comedia)
No había cómo disuadirla. Aracné, hija de un modesto tintorero de Colofón, insistía en proclamar ante cielo y  tierra su extraordinario talento de tejedora. No prestaba oído a las recomendaciones de modestia. A los más viejos de la ciudad les respondía con cinismo. Su vanidad era tal que rechazaba la ayuda de cualquiera.
Sus trabajos eran en verdad maravillosos. Difícil era suponer que fueran igualados en perfección y belleza por la obra de otro mortal. En las manos de la tejedora, los bordados de los mantos adquirían vida, envueltos en la magia de una nueva dimensión, la dimensión divina.
De toda Grecia, hombres, viejos y niños acudían a verla. Las ninfas dejaban los lagos y los bosques para seguir atentamente la huella de sus hilos.
La artesana de Colofón aprovechaba el vasto público para repetir su estribillo. En materia de tejido y bordado se declaraba única, perfecta e insuperable. Aún más perfecta que la diosa de los tejedores, Atenea.
Y, a pesar de su orgullo, la gente tenía lástima de ella, porque sabía que desafiar a los dioses es locura.
Un día la orgullosa tejedora fue interpelada por una vieja mujer, jorobada y arrugada, de cabellos blancos, túnica negra y bastón. Sabiamente le recomendó que dejara de vanagloriarse y se arrepintiese de su jactancia. Porque actuando así, dijo, todavía podría obtener el perdón de Atenea.
La fábula de Aracné (las hilanderas) (1657) de
Diego de Velásquez. Museo del Prado
Pero Aracné no aceptó el consejo. Por el contrario, volvió a desafiar a la diosa diciendo que no tendría temor alguno si Atenea viniese a competir con ella en el arte de la tejeduría: sabía que no había razón para temer, puesto que la diosa no tendría el valor de someterse a tal prueba.
La vieja entonces se arrancó el manto, arrojó lejos el bastón, se alisó las arrugas del rostro, e irguió altiva el cuerpo. Era Atenea.
Aracne no se inmutó ante la transformación de la vieja mujer. Al contrario, se puso muy contenta: había llegado la hora de realizar su sueño de hegemonía. Y las dos rivales empezaron, a una voz, a tejer magnificas tapicerías.
Atenea decidió bordar la escena de su disputa con Poseidón (Neptuno) por la ciudad de Atenas. Doce inmortales figuraban en su trabajo. En el medio de ellos, Zeus, el padre de los dioses y los hombres. Poseidón empuñaba el tridente, con el que acababa de golpear la tierra. Atenea misma figuraba con el yelmo en la cabeza y el escudo cubriéndole la mayor parte del cuerpo. Y en los bordes de la tela bordó escenas terroríficas, en las que los dioses castigaban a los mortales irreverentes.
El trabajo de la diosa parecía real. Las aceitunas del olivo que ofreciera a los atenienses parecían naturales. Los delicados contornos de las mariposas sugerían el vuelo como si fuese real. El Olimpo y las divinidades completaban el conjunto otorgándole belleza y esplendor.
Aracné o la dialéctica (1520) de Paolo Veronesse
Aracne representó en su tela los defectos de los dioses. En un ángulo, Leda acariciaba al cisne, que era el propio Zeus. En otra esquina la bella Dánae, encarcelada, recibía la lluvia de oro, disfraz con el que Zeus la visitaba para el amor. Amores, traiciones, crueles venganzas recubrían, con talento y arte, el tapiz de la tejedora de Colofón.
Cuando las obras quedaron terminadas, fue imposible encontrar defectos en cualquiera de los bordados. Nada pudo decir Aracné contemplando la obra de la diosa. Y Atenea, sorprendida, comprobó que la mortal no se había alabado en vano: era en realidad habilidosa en grado sumo y merecedora de admiración.
Pero esto no cerraba la cuestión. Irritada con la igualdad así demostrada, la diosa arrebató la tela bordada por Aracne, la arrugó y la desgarró. Y no satisfecha con eso, hirió a la rival con su aguja.

La herida más profunda, sin embargo, fue la abierta en el amor propio de la valiente tejedora que, ante la imposibilidad de destruir a la diosa, intentó ahorcarse. Pero Atenea no le permitió morir. La transformó en araña y la condenó a tejer, suspendida en las alturas, la delicada tela que los vientos rasgan fácilmente...

domingo, 28 de enero de 2018

¿CUÁL ES EL ORIGEN DEL SIGNO ZODIACAL ARIES?

Como la mayoría de nosotros sabe, el signo de Aries es el primero del zodiaco. Se le suele considerar como un signo asociado con el fuego y la masculinidad, siendo su símbolo los cuernos del carnero. Pese a que “Aries” es un término latino, los antiguos griegos conocieron la constelación del carnero –al cual posiblemente llamaron Crisomalón- e intentaron explicar su origen a partir de narraciones mitológicas.

Según la versión más conocida, Crisomalón era hijo del dios Poseidón y de la ninfa Bisáltide. Se cuenta que para huir de sus perseguidores el dios, que previamente había raptado a la ninfa, tomó la forma de un carnero mientras que a la muchacha la transformó en una oveja. De la unión en metamorfosis de ambos habría nacido Crisomalón. Este se caracterizaba por ser un carnero con lana de oro que nadaba, volaba y corría mejor que cualquier animal.
En otra versión bastante popular, existía en la región de Tesalia un rey llamado Atamante que procreó con su esposa Nefele dos hijos, un varón, Frixos y una mujer, Hele. Al morir la madre de estos, la nueva esposa de su padre, Ino, quiso matarlos por lo que el dios Hermes les envió al carnero Crisomalón para que los rescatara y los llevara volando a la región de Cólquida. Durante el trayecto se cuenta que Hele habría caído al mar, lo que dio origen al mar de Helesponto (“mar de Hele”), actual estrecho de los Dardanelos (en otra versión, Poseidón la convierte en una divinidad marina). Al llegar a la Cólquide, Frixo fue, en principio, bien acogido por el rey de esta región, Eates, quien le dio a su hija Calcíope por esposa. En agradecimiento a Zeus por el buen fin de su peripecia, Frixo sacrificó el carnero en su honor, ofreciendo el preciado vellocino al rey Eetes, que a su vez lo consagró a Ares, dejándolo bajo la custodia de un impresionante dragón. Este vellocino sería más adelante conocido como el vellocino de oro y sería motivo de diversas aventuras para Jason y lo argonautas.

En reconocimiento a todo esto, Zeus llevó al Crisomalón al cielo, entre las estrellas, donde ocupa el lugar de la constelación del carnero

ATLÁNTIDA

La Atlántida fue una isla mítica, mencionada en los diálogos Timeo y Critias del filósofo griego Platón. Estaba situada al oeste de las Columnas de Hércules y su historia se remonta en el tiempo a nueve mil años antes de la época del legislador ateniense Solón. Según la versión platónica narrada por Critias, discípulo de Sócrates, cuando los dioses se repartieron el mundo, la Atlántida le tocó a Poseidón, quien vivió allí largo tiempo con la joven Clito, hija única de Evenor, el primer hombre de la isla. De la unión del dios marino con Clito nacieron diez hijos de los cuales Atlas (Atlante) fue el mayor y de quien tomó el nombre la isla. Este recibió del dios marino el poder sobre esa tierra y la dividió en diez partes, tomando una para sí y repartiendo las restantes entre sus hermanos. Atlas reinaba sobre todos ejerciendo su soberanía desde el monte central. Los posteriores reyes de la Atlántida explotaron las riquezas naturales de la isla –sobre todo oricalco, hierro, oro-, fundaron ciudades, erigieron palacios, y construyeron murallas y canales. Lograron dominar parte de África y Asia, pero fueron repelidos finalmente por los atenienses. Castigada por sus vicios y su orgullo, la Atlántida fue tragada por Océano. Los antiguos la identificaban con el archipiélago de las islas Azores, sobre el que los fenicios contaban historias maravillosas.

DATOS CURIOSOS:

La caída de la Atlántida (s.XVII) de Francois Nomé
  • No se debe confundir a Atlas (Atlante), primer rey de Atlántida, con el titán del mismo nombre –que sostiene, según el mito,  sobre sus hombros el cielo.
  • En honor a Atlas, rey de la Atlántida, el océano Atlántico recibe ese nombre.
  • La única fuente de información sobre la presunta Atlántida son los diálogos platónicos mencionados.
  • En el diálogo Critias no se llega describir la destrucción de la isla pues el relato se interrumpe. Lo que sí se llega a afirmar es que es los atalantes fueron castigados por su soberbia.
  • Durante los siglos XVI y XVII se creyó que varias islas (Azores, Canarias, Antillas, etc.) eran los restos de Atlántida.
  • Algunos afirman que los atalantes estarían vinculados con los tartesios, pueblo que se asentó en la península ibérica y que para los griegos fueron la primera civilización de Occidente.
  • En la novela Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) del escritor francés Julio Verne, se narra el encuentro de los protagonistas con los restos de la antigua Atlántida.
  • La Sociedad Thule –grupo de estudios ocultistas, al parecer vinculados al nazismo- estudió con interés el tema de la Atlántida. Estos creían que la raza aria podía descender de los atlantes.
  • Se ha tratado de vincular a la Atlántida con diversas civilizaciones tales como la minoica, la egipcia, los ya mencionados tartesios e, incluso, con civilizaciones precolombinas (Tiahuanaco).


lunes, 22 de enero de 2018

LA BELLA EUROPA Y EL TORO BLANCO (MITO)


El rapto de Europa (1716) Jean Francois de Troy
Una playa de Tiro. Las ondas acarician ligeramente las flores silvestres, que llegan hasta las arenas. La brisa lleva el claro sonido de risas y voces. El sol dora tiernamente la aterciopelada piel de las doncellas que allí se divierten.
Europa, la más bella entre todas, hija del fenicio Agenor, poderoso rey de la ciudad más celebre de esa costa asiática, corre por la playa, danzando al compás de su propio canto y lanzando pétalos de colores a los ágiles pies de sus compañeras.
Súbitamente, un toro blanco. Susto general. Gritos de miedo. Fugas despavoridas al abrigo de los arbustos.
La joven Europa, sin embargo, no tiene temor. Solo deja de jugar. Mira al animal y sonríe –sospechando vagamente, tal vez, la presencia de Júpiter-. Después, curiosa y enternecida, se aproxima al extraño visitante que, mansamente, se acuesta a sus pies.
Con las flores que lleva, la doncella adorna las patas, las orejas y el dorso del toro. Rápidamente teje guirnaldas y lo corona con ellas, murmurando palabras cariñosas. Suave y blanco es el pelo del animal. Tiernos, sus mansos ojos embelesados. Ardiente el soplo de sus narices.
A distancia, sus compañeras observan el cuadro. Y poco a poco van perdiendo el miedo. Sin prisa, van saliendo de sus escondrijos. No hay que temer –las tranquiliza la amiga-, el toro blanco es tierno y cariñoso. Y para aseverar lo dicho, con gracia y ligereza, cabalga sobre su lomo.
Traspone el mar con su preciosa carga sobre los lomos y llega a la isla de Creta. Allí, en una playa encantada, se arrodilló por fin para que la doncella descendiese. En el bello rostro de Europa no había miedo. En sus labios rosados brillaba confiada una amorosa sonrisa. Había entendido.

Sobre las blancas arenas, a la luz del sol y a la sombra de los plátanos, oyendo el suave murmullo de las ondas, ambos se amaron.
Europa  de John Malis

ZEUS CRIADO POR LAS NINFAS (MITO)

La infancia de Zeus (1640) de Jacob Jordaens

Breve fue el engaño de Cronos, (Saturno), pues pronto descubrió haber devorado una piedra en vez de un hijo. Con aullidos de furor y a grandes pasos salió el dios a barrer el mundo en busca del heredero que más tarde su invencible enemigo.

“Ni en el cielo, ni sobre la tierra, ni en el mar” habría de encontrarlo. Porque, en los densos bosques de Creta, ramajes y rumores escondían al niño Zeus (Júpiter).

En lo alto de un árbol, las Ninfas ocultaron al pequeño dios, para que el padre voraz no pudiera verlo. Pero lo que los ojos no encontraron, tal vez los oídos llegasen a descubrirlo. Por eso previeron nuevas precauciones. Llamaron a los Curetes, guerreros sacerdotes de la madre Rea (Cibeles) y les pidieron que al pie del árbol, cantasen vibrantes himnos y bailasen golpeando fuertemente sus escudos con sus armas. Era preciso tapar el llanto del niño.

Así creció tranquilo el hijo de Cronos, oculto por los clamores de los Curetes y por las sombras de la densa fronda.

Las abejas del monte Ida le ofrecían la miel que endulza el espíritu. En cuanto a la  leche que fortalece el cuerpo, se la proporcionaba la cabra Amaltea.

Era un animal tan feo, esa insólita ama, que en otros tiempos los titanes habían rogado a la tierra que la encerrase en una caverna para alejarla de sus miradas. Fue así como la cabra fue a parar a la isla de Creta y ganó el privilegio de amamantar al dios.

El niño Zeus, mientras tanto, no se asustaba de la fealdad del animal, Al contrario, demostraba gran placer en corretear con ella por el campo. Un día, en medio de la diversión, le arrancó un cuerno que entregó a las Ninfas con la promesa de que todos los frutos que desearan los encontrarían allí. Era la Cornucopia, o cuerno de la abundancia.
Por fin se cumplió el tiempo de la infancia. Era la hora de cumplir la profecía de Gaia (la Tierra)

Muerta Amaltea, de su piel se hizo el dios para sí una cota impenetrable, la égida (más tarde premio a Amaltea convirtiéndola en constelación celeste, la de Capricornio). Y, llevando en los oídos los ecos de los cánticos y las preces de los antiguos amigos, partió a combatir contra su padre y a asegurarse el dominio del cielo y la tierra.

Jupiter amamantado por Amaltea (1638)  de Nicolás Poussin

HESTIA

Hestia Giustiniani.
Estatua en mármol. Museo Torlonia

Simbolizando siempre algún fenómeno natural, un hecho social o una reflexión sobre el mundo o la vida, la mitología grecorromana englobaba gran número de dioses. Entre ellos, resaltaban las divinidades relativas a la familia y a la patria: Hestía (Vesta), los Lares, los Penates y los Genios, cada una dotada de características específicas, pero todas relacionadas con la protección de las comunidades o grupos sociales.

Hestía (en griego antiguo Ἑστία Hestía) es una divinidad del fuego, como Hefesto (Vulcano), el dios artesano, o el titán Prometeo, que también simbolizaban ese elemento. Pero, mientras Hefesto representa al fuego no domado, el elemento ígneo en sus manifestaciones subterráneas, y Prometeo el fuego del que el hombre se apoderó como condición de autonomía, Hestía es el fuego doméstico, el fuego del hogar y del altar, que proporciona calor y cuece los alimentos para los hombres o los sacrificios para los dioses, y que fortalece la unidad familiar. La misma palabra “hestía” es la traducción de ese  sentido funcional del fuego: en griego quiere decir “hogar”.
Hestia. Cerámica ateniense en rojo (S. V a. C.)

La divinidad del fuego doméstico se encuentra, bajo diferentes denominaciones y con cultos diversos, en todos los pueblos de lenguas indoeuropeas. Entre estos, el culto del hogar parece haber señalado el paso de la condición de nómades a sedentarios.

La figura  de Hestía no aparece en Homero (siglo IX a.C.), aunque el poeta menciona la santidad del hogar. Quien primero habla de ella es Hesíodo (VIII a.C.), en su Teogonía, donde la diosa es citada como hija de Cronos (Saturno) y Rea (Cibeles) y por lo tanto como hermana de Zeus (Júpiter), Hades (Plutón), Poseidón (Neptuno), Hera (Juno) y Deméter (Ceres).

El sacrificio a Vesta (1771) Francisco de Goya
Como representa el poder purificador del fuego, ella es conocida míticamente como una joven casta. Se cuenta que tras la guerra contra los Titanes, Hestia fue cortejada por Poseidón y por Apolo pero juró sobre la cabeza de Zeus que permanecería siempre virgen, evitando así la primera disputa entre dioses olímpicos. El rey de los dioses le correspondió cediéndole la primera víctima de todos los sacrificios públicos y los lugares preeminentes de todas las casas.

Primogénita de la pareja Cronos-Rea, recibe así las primicias de todos los sacrificios. Se le solía sacrificar una ternera de menos de un año. En el culto, personifica sobre todo al fuego del hogar, el centro de la casa, en torno al cual se reunía la familia. Simboliza el concepto de morada estable, lugar donde convergen todos los miembros de un clan, y donde los dioses protectores de la estirpe tienen su sede. También es a su alrededor donde las familias celebran sus fiestas y sus ritos de nacimiento, matrimonio, etc., y acogen a los huéspedes, los extranjeros, los caminantes y los mendigos.

Hestía no protege solamente el lar u hogar privado, sino también a la ciudad (el lar común), cuyo fuego sagrado es conservado cuidadosamente. En las ciudades griegas, la “hestía” publica era colocada en el pritaneo, casa de la ciudad, lugar de reunión de los representantes de las tribus, centro político de la región.

Cuando un grupo de ciudadanos partía con el propósito de formar una nueva patria, colonia de la ciudad-madre, llevaba consigo una parte del fuego del pritaneo, para encender con él el lar público de la nueva fundación. En ocasión de la fusión de villas en una sola, se encendía la “hestía publica” que era el símbolo del centro político y religioso de la confederación recién formada.

Su culto fue siempre simple, despojado de refinamientos. En todos los ritos era costumbre sacrificar a Hestía tanto al principio como al fin de las celebraciones. Su equivalente romano es Vesta aunque difiere de esta última tanto en atribuciones como importancia ( véase Vestales)






¿QUÉ SIGNIFICA LA PALABRA PLUTOCRACIA?

Estatua de Pluto, copia romana del
siglo I de un original del 374370 a. C.
El término plutocracia, como todos aquellos terminados en “cracia” (cratia= poder, gobierno), refiere un tipo de gobierno; en este caso, al ser la primera raíz “pluto” (riqueza, abundancia tesoro), podemos entender la palabra como “gobierno de la riqueza” o “gobierno de los ricos”. Es decir, es una forma de gobierno en que el poder se encuentra en un grupo reducido de personas –una especie de oligocracia- que se caracterizan por tener una gran cantidad de bienes. El primero en utilizar el término fue el historiador Jenofonte para referirse a la situación política y social de la Atenas previa a las reformas de Solón (s. V a. C.)
En la mitología griega, Pluto es el dios de la riqueza y, por ende, una divinidad vinculada a la agricultura, la cosecha y la abundancia. Según Hesiodo, era hijo de Ceres (Démeter) y Yasión. Figuraba en el cortejo de su madre como un adolescente o un niño que portaba la cornucopia. Más tarde, su culto se desligó del de su madre, para simbolizar no solo la riqueza agrícola sino en general. Según una versión, Zeus lo privó de la vista a fin de que al momento de dispensar los bienes, Pluto no se dejase llevar por los méritos de la persona, lo que hacía que este prodigara los bienes sin tener en cuenta si una persona era buena o mala, trabajadora u ociosa.
Este dios es representado como un niño conducido por la Fortuna –llevando siempre la cornucopia- o como un anciano de ojos vendados con una bolsa en las manos.

En la comedia Pluto, el escritor Aristófanes se plantea qué es lo que pasaría si se le devolviese la vista al dios, lo que convierte a esta obra en una crítica de la Atenas de su tiempo.  
Irene con el niño Pluto: copia romana de la
estatua votiva Kephisodotos, c. 370 a.C., en el Ágora, Atenas.

CASTOR Y PÓLUX

Los dioscuros, estatua atribuida
a Pasíteles (Grupo San Ildefonso siglo I a. C.)
Museo del Prado
El mito de Castor y Pólux, los gemelos inseparables nacidos de padres diferentes (uno mortal y otro divino), tiene probablemente origen en viejas creencias populares indoeuropeas. Llama la atención, por ejemplo, el su paralelismo con los Asvins, dioses de la India, cuyo nombre significa “potros” (Cástor y Pólux siempre van a caballo). Aunque, cabe señalar, que Cástor era famoso por su habilidad para domar caballos y cabalgarlos, y Pólux por su destreza en la lucha cuerpo a cuerpo.

Pólux o Polydeukes (“el muy dulce”) era hijo de Zeus (Jupiter) mientras que su hermano Castor (“castor”) lo era de Tindáreo, rey de Esparta, siendo engendrados ambos en el vientre de Leda. Así, a pesar de provenir de padres diferentes, los ligó una eterna y sólida amistad.
Según la versión más conocida, Zeus se metamorfoseó en cisne y sedujo así a Leda. Por esto se dice con frecuencia que los hijos de Leda salieron de dos huevos que ésta puso. Así, en esta versión, de un huevo nacieron Helena y Pólux -inmortales- y de otro huevo Cástor y Clitemnestra -mortales-. Sin embargo, otras muchas fuentes afirman que el marido mortal de Leda, el rey Tíndaro de Lacedemonia, fue en realidad el padre de algunos de los hijos, por lo que a menudo eran llamados con el patronímico Tindáridas. La cuestión de qué hijos eran mortales o medio inmortales y cuáles nacieron de un huevo u otro depende de la fuente: a veces se dice que Cástor y Pólux eran ambos mortales, y a veces que inmortales. Lo que sí coincide es que si sólo uno de ellos es considerado inmortal, éste era Pólux.
Los dioscuros en el reverso de una
moneda del emperador Majencio
Son diversas las historias que se narran sobre estos personajes. En una de ellas, cuando Teseo y Pirítoo secuestraron a su hermana Helena y la llevaron a Afidna, los Dioscuros la rescataron y raptaron en venganza a la madre de Teseo, Etra. También formaron parte del grupo de los argonautas comandados por Jasón.
En otra aventura, Cástor y Pólux raptaron a las hijas de LeucipoHilaira y Febe, y se casaron con ellas. Por esto, Idas y Linceo, los sobrinos de Leucipo, mataron a Cástor. Pólux, que había recibido el don de la inmortalidad de Zeus, convenció a su padre para que lo concediera también a Cástor. Así, ambos se alternaban como dioses en el Olimpo y como mortales fallecidos en el Hades.



El rapto de las Leucípides (1618) por Pedro Pablo Rubens
La fiesta de los Tindáridas se celebraba el 15 de julio. Aunque en la mitología griega Cástor era mucho más venerado que Pólux, ambos tenían su propio templo en el Foro Romano. 
El culto de los Dioscuros estuvo muy desarrollado en la antigüedad clásica. En Esparta y Atenas tenían sendos templos donde, durante siglos, fueron adorados como símbolo de la fuerza, de la guerra y, sobre todo, de la amistad. El folclore griego contiene una larga serie de apariciones milagrosas de los dos hermanos: los atenienses, por ejemplo, creyeron verlos combatir a su lado contra los persas en la batalla de Maratón.
Una leyenda romana consideraba que los Dioscuros habían luchado en la Batalla del Lago Regilo comandando la caballería de los romanos que derrotó a los latinos. Después del fin de la batalla, mientras abrevaban a sus caballos en un manantial que había en el foro de Roma anunciaron a los romanos la victoria. En el mismo lugar donde fueron vistos, se les erigió un templo y la fuente que había al lado fue considerada sagrada. Además, cada año se celebraban sacrificios y festividades en su honor conmemorando la victoria.
La constelación de Géminis y sus estrellas
más brillantes: Castor y Pólux
La constelación Géminis representa a estos gemelos, y sus estrellas más brillantes (α y β Geminorum) se llaman Cástor y Pólux en su honor. Hay también fuentes antiguas que los identifica con las estrellas de la mañana y la noche. Otras fuentes asignan a los Dioscuros el cometido de patrones de los marineros; con esa advocación se les dedicó un templo en el puerto de NaucratisEgipto.

En las artes plásticas hay varias representaciones de los Dioscuros. Dibujos en las cráteras muestran sus aventuras heroicas. Generalmente, se les representa a los gemelos a caballo o luchando, como en el casa de una antigua urna griega conservada en la Biblioteca Nacional de Paris. Un huevo, en lugar de dos, se conserva en un altar de Esparta. Hay medallas antiguas en las que se les representa siempre juntos como hermosos adolescentes. En estatuas y bajorrelieves de la escuela de Fidias se les representa montados a caballo. Un cuadro de Leonardo Da Vinci de la colección Spiridas de Roma, muestra la aventura de Leda y Zeus cuando el señor de los dioses se metamorfoseó en cisne para fecundar a la joven.

martes, 16 de enero de 2018

IFIGENIA

Ifigenia (en griego Ίφιγένεια Iphigeneia, ‘mujer de raza fuerte’) en la mitología clásica es hija de Agamenón, rey de Micenas, y de Clitemnestra. Según una versión, su padre provocó la cólera de Artemisa (Diana), al afirmar que él era tan buen cazador como ella. La diosa, para castigarlo, le envió una calma que detuvo en el puerto de Aulis a los navíos griegos comandados por Agamenón. El adivino Calcas explicó que Artemisa solo sería apaciguada si Agamenón consentía en sacrificar a su hija Ifigenia. Aunque al principio se negó, el jefe, presionado por sus soldados, mando un embajador a Micenas a buscar a la joven, so pretexto de darla en casamiento a Aquiles. Cuando Calcas estaba listo para inmolar a Ifigenia en el altar de Artemisa, la diosa apiadada de la víctima, la sustituyó por una cierva. Enseguida la transporto a Táurida (en la actual península de Crimea) donde la hizo su sacerdotisa. Allí permaneció Ifigenia durante años al servicio de la diosa; tenía como función sacrificar a los extranjeros que recalaban en el país.
Ifigenia (1871) de Anselm Feuerbach


Un día desembarcaron en Táurida Orestes y Pílades quienes, por recomendación del oráculo de Delfos, habían ido a buscar la estatua de Artemisa. Ifigenia los conducía al sacrificio cuando reconoció a su hermano Orestes. Les entregó la imagen que buscaban y huyó en su compañía a Grecia. Perseguidos por Toante, rey de Táurida, fueron a dar a Crisa, en las costas de Tróade, donde encontraron a su medio-hermano Crises. Este los ayudo a matar a su perseguidor y los siguió hasta Micenas. Según variantes de la leyenda, Ifigenia murió en Mégara o, convertida en inmortal por Artemisa, fue asimilada a la diosa Hécate.          

Como dato adicional, podemos agregar que Ifigenia es a veces confundida con Ifianasa (en griego Ἰφιάνασσα), una de las tres hijas de Agamenón en la Ilíada de Homero (Libro IX, 145 y 287). Homero no menciona el sacrificio de Ifigenia y el nombre Ifianasa puede ser simplemente una antigua variante de Ifigenia. La mayoría de los investigadores coinciden sin embargo en que Ifianasa e Ifigenia, a pesar del parecido de sus nombres, probablemente fueran personajes diferentes.

Algunas adaptaciones famosas son las de

Ifigenia en Áulide de Euripides (que es quizás la versión teatral más conocida)
Ifigenia en Táuride, también de Eurípides ( continuación de la segunda)
Ifigenia de Jean Racine
Ifigenia en Áulideópera de Christoph Willibald Ritter von Gluck (basada en la version de Racine)

El sacrificio de Ifigenia (1653) de Sebastien Bourdon 



sábado, 13 de enero de 2018

POLIFEMO




Ulises ciega a Polifemo  de Pellegrino Tibaldi 
En la mitología clásica, dos son los personajes que llevan este nombre:

1.  El cíclope, famoso por su mención en los textos homéricos y que es finalmente la  versión más conocida.

2. El lapita, hijo de Elato e Hipea que participó en la misió
n de los argonautas. Se afirma que tras esta aventura se habría establecido en la región de Misia, donde fundó una ciudad de la que fue rey.  
En este post, debido a que son pocos los datos que se tienen sobre la segunda mención nos centraremos, sobre todo, en la primera.  

Polifemo (en griego antiguo Πολύφημος Polyphêmos, ‘de muchas palabras’) es probablemente el cíclope más famoso del mundo clásico. Hijo de Poseidón (Neptuno) y de la ninfa Toosa, como todos los de su estirpe era de tamaño gigantesco y con un solo ojo en medio de la frente. Según la tradición, habitaba en una caverna cerca del monte Etna en Sicilia. Asimismo, si bien se dice que conocía del fuego, se alimentaba de carne cruda y se dedicaba al pastoreo.

Odiseo en la cueva de Polifemo (1635)  de Jacob Jordaen
En el canto IX de La Odisea, se narra el encuentro entre el cíclope y, Odiseo y sus hombres.  Estos luego de llegar a la cueva de Polifemo se dieron un banquete con sus alimentos, lo que habría provocado la ira del cíclope. Tras esto, dos de los hombres de Odiseo fueron devorados y encerrados. El héroe viendo la situación solicitó hospitalidad lo que provocó la burla del cíclope que terminó encerrando a todos en su cueva, obstruyendo la entrada con una enorme piedra. Al día siguiente, devoró a otros dos hombres y, más tarde, a otros más. Odiseo, finalmente, urdió un plan para terminar con el gigante: embriagarlo con el vino que el mismo le servía para luego hincarle en el ojo con una estaca ardiente. Una vez hecho esto, el gigante, loco de dolor, pidió socorro desesperadamente. Sus hermanos acudieron, y cuando le preguntaron quién le había herido, Polifemo declaró que “Nadie”, nombre con el que prudentemente se había identificado Odiseo. Creyéndolo loco o víctima de la ira de Zeus, que lo castigaba por haberse negado a dar hospitalidad, los cíclopes se retiraron. A la mañana siguiente, los griegos escaparon a su vez de la caverna sujetos al vientre y aferrados a los mechones de lana de los carneros que salían a pastorear, cuyos lomos el cíclope tocaba uno por uno. Odiseo y sus hombres corrieron a la playa y subieron a su navío. Cuando ya la embarcación se alejaba de la costa, el héroe reveló su verdadero nombre a Polifemo y este comprendió que se había cumplido el oráculo de que un hombre llamado Odiseo lo privaría de la vista. Lanzó sobre la embarcación enormes rocas, pero fue inútil: ya estaba lejos para alcanzarla. El cíclope rogó entonces a Poseidón, su padre, que lo vengase. En adelante, el rey de los mares demostró su cólera para con el héroe griego, haciéndole pasar muchas penas antes de volver a Ítaca.
Polifemo de Larry Elmore

Una mención en tono humorístico del personaje se hace en el drama satírico El cíclope de Eurípides.

Otra mención de Polifemo se da en el libro III de La Eneida en el que se narra cómo el héroe Eneas y sus hombres escapan de la isla del cíclope luego de ir en pos de Aqueménides –uno de los hombres de Odiseo que, perdido, se había quedado en la isla y pedido socorro a estos.

Según la versión que el escritor romano Ovidio relata en Las metamorfosis, Polifemo habría estado enamorado de la nereida Galatea. Esta, no obstante, rechaza su amor en favor de Acis, un pastor siciliano. Desdeñado, el cíclope arrojó una enorme roca sobre el joven, lo que le ocasionó la muerte. Desesperada, Galatea transformó al pastor en un río (el río Acis de Sicilia) y ella se arrojó al mar. Según la versión del historiador Apiano, Galatea se unió a Polifemo y tuvieron tres hijos: Gálato, Celto e Ilirio –dioses epónimos de los gálatas, celtas e ilirios respectivamente.


Asimismo, esta versión del mito sirve de inspiración para el poema Fabula de Polifemo y Galatea  de Luis de Góngora además de la pieza musical de Händel  Acis, Galatea y Polifemo.